Mindfulness es una capacidad que todos tenemos y que podemos cultivar. Actualmente mindfulness o atención consciente se ha convertido en un término muy popular. Especialmente en el mundo de la ciencia, la psicología y la salud.
Vidyamala Burch, maestra de meditación y fundadora del programa de mindfulness para la gestión del dolor crónico, describe Mindfulness del siguiente modo: "Vive en el momento, date cuenta de lo que está ocurriendo y, en lugar dejarte llevar por las reacciones habituales, decide el modo de responder a tu experiencia”. (Vidyamala Burch. “Vivir bien con dolor y enfermedad”)
Mindfulness proviene de las enseñanzas budistas y se denomina Sati en pali. ¿Quiere esto decir que tenemos que ser budistas para practicar la atención consciente? No, no es necesario ser budista para vivir con atención consciente o mindfulness. Pero sí que tenemos que ser conscientes que no se trata de sólo una técnica que puede ayudarnos a vivir mejor. No se trata de algo que hagamos sino que la práctica de mindfulness transforma la manera en que somos en el mundo.
El término “atención consciente” o mindufulness brota en algunas de las formulaciones más importantes de la enseñanza del Buda. Es uno de los siete factores de la iluminación, es una de las cinco facultades espirituales y es también una de las ramas de noble sendero óctuple. En el Sutta Satipatthana, el Buda parece sugerir que la atención consciente es nada más ni nada menos que el sendero en sí, el “camino directo” para superar la congoja y la lamentación.
Quizá sea ésta una de las razones por las cuales la tradición budista theravada tiene al Sutta Satipatthana en tan alta estima. La theravada se sigue practicando en diversas partes del mundo y muchos de sus seguidores son capaces de recitar de memoria el sutra completo.
Por su parte, en la tradición mahayana, al igual que en todo el mundo budista, también se sigue reconociendo a la atención consciente como fundamental para el desarrollo espiritual y es el Sutta Satipatthana el que nos ofrece la razón más clara y detallada para entender que así sea.
Empieza diciendo que la enseñanza se dio entre el pueblo de los kurus, que vivían en tiempos del Buda (alrededor del año 500 antes de nuestra era) en alguna parte de lo que ahora es Delhi, en el noroeste de la India. No nos da más pistas acerca de las circunstancias en que se dio el discurso pero podemos suponer, con base en otros relatos de ocasiones similares que aparecen en los textos del pali, que posiblemente el Buda se encontraba entre un pequeño grupo de bhikhus (monjes itinerantes) que habitaban en chozas esparcidas en algún parque o jardín o que sencillamente vivían a la sombra de algún árbol. Hay textos en los que encontramos al Buda dando instrucciones a su acompañante, Ánanda, para que reúna a todos los bhikhus de la zona porque quiere hablarles. Podría ser eso lo que ocurrió aquella vez, pero si tan sólo hubieran sido unos cuantos quizás el mismo Buda los habría convocado y al parecer fue eso lo que sucedió en esa ocasión. Podría ser que los bhikhus recién retornaban de su ronda de limosnas en el cercano poblado de Kammasadhamma.
Muchas veces el Buda daba una enseñanza como respuesta a una pregunta de Ánanda o de algún otro discípulo o, bien, de alguna persona que se encontraba con él. En ocasiones un laico o un seguidor de otro maestro lo buscaba para interrogarle o para ponerle a prueba con un razonamiento lógico. Llegaba a suceder que la pregunta se hiciera no una sino tres veces (pues al parecer el Buda respondía siempre a una pregunta si se la hacían por tercera vez, sin importar las consecuencias que eso le trajera al interlocutor), pero en este caso parece que fue él mismo quien congregó a los monjes para ofrecerles lo que podemos inferir que consideraba una enseñanza muy importante, “el camino directo”, como les dijo, “para la purificación de los seres”.