Venerable Jagdish Kashyap

El Venerable Jagdish Kashyap se erigió en su época como uno de los más insignes eruditos indios en el campo de los estudios budistas. º

​En la memoria de Sangharakshita, Kashyapji perdura como una figura de estatura media, tez profundamente oscura y una complexión notablemente robusta, hasta el punto de que, poco después de conocerlo, le confesó que un año antes su peso le habría impedido acompañarlo a pasear. Su medio de transporte habitual era el ciclo-rickshaw, cuyo conductor recibía una tarifa doble. ​A pesar de su inmensa sabiduría, Kashyapji exhibía una humildad y una falta de pretensión admirables. En ciertos aspectos, poseía una cualidad casi infantil, reflejada en la sencillez de su vestimenta, alimentación y alojamiento. Era un trabajador incansable, capaz de entregarse a sus labores día y noche sin necesidad de alimento o sueño; sin embargo, ante la ausencia de tareas, se entregaba al descanso en su cama de cuerdas durante horas. Su lógica era simple: "Si no hay trabajo que hacer, ¿por qué no dormir?".

Sangharakshita atesora los meses que pasó estudiando Pāli y lógica budista con Kashyapji en la Universidad Hindú de Benarés en 1949 como algunos de los más felices de su vida. Aunque los métodos pedagógicos de Kashyapji podían considerarse convencionales, su manera de enseñar distaba mucho de serlo. Al entrar en su habitación, cuya puerta comunicante siempre permanecía abierta, era común encontrarlo extendido en su catre, sumido en un profundo sueño, cual ballena varada. Y es que, con la misma facilidad con la que trabajaba sin descanso, también podía dormir día y noche. Como Profesor de Pāli y Filosofía Budista, sus obligaciones académicas eran mínimas, lo que le permitía pasar gran parte de su tiempo en su cama de cuerdas, que ocasionalmente gemía bajo su peso y donde descansaba sin colchón ni almohada. Ante una tos o un suave "¡Bhante!", un único párpado se movía, señal para que Sangharakshita formulara su pregunta, generalmente sobre algún punto intrincado de gramática Pāli, Abhidhamma o lógica que no había podido resolver por sí mismo. Sin abrir los ojos ni moverse, Kashyapji procedía a aclarar la dificultad, extrayendo las palabras desde lo profundo de su enorme cuerpo y haciéndolas rodar en su lengua antes de liberarlas en una enunciación lenta y deliberada. Sus explicaciones podían durar unos pocos minutos o extenderse hasta media hora, pero siempre eran claras, precisas y directas. Si se le preguntaba sobre un pasaje específico de un texto, siempre sabía su ubicación, lo que precedía y lo que seguía. Sorprendentemente, durante todo este proceso, apenas se molestaba en despertarse por completo. Al regresar a su habitación, Sangharakshita solía escuchar un suspiro y un ronquido, y antes de siquiera acomodarse en su mesa, Kashyapji ya estaba profundamente dormido de nuevo.