Reflexiones de Samudra acerca de dar clases de meditación en la cárcel de Picassent
Un día cualquiera meditando en la prisión
Era el primer día del verano, uno de esos sábados en los que se empieza a intuir que lo más duro del verano, el calor fuerte, acabará por llegar. Y cuando lo más habitual en esos casos es irse a la playa o a cualquier lugar donde uno pueda estar más fresco, unos cuantos de nosotros del Centro Budista decidimos ir y pasar el día al Establecimiento Penitenciario de Picassent, y no porque tenga un aire acondicionado magnífico(que no tiene al menos donde nosotros íbamos a estar), ni una piscina fantástica (que sí tiene pero que no disfrutamos por falta de bañador y no por falta de ganas), sino porque habíamos programado pasar allí el día en una especie de intensivo de meditación-estudio del dharma-crear sangha, y la razón principal de estar allí, lo que nos mueve a ir viernes tras viernes y días especiales como era el caso son como no, los amigos (internos de la institución penitenciaria) que con una voluntad férrea y tenacidad encomiable aprenden a meditar y forman una pequeña sangha dentro de ese mundo aparte que es una prisión.
Entrar dentro de la prisión cargados con banquitos de meditación, la comida previamente cocinada, las cosas necesarias para comer, fue esta vez toda una aventurilla, quizá sea práctica frecuente entrar cosas camufladas entre la comida, pero una vez has pasado por el escáner como cuando uno coge un avión, por el arco en que detectan que uno no entra nada inapropiado, revisar después encarecidamente la comida unas funcionarias simpatiquísimas (en esta ocasión), esperas que ya confíen en que la comida solo es lo que parece: comida. Pero salvando estos detalles mínimos, conseguimos llegar a las aulas e iniciar ese día tan especial, especial por ser la primera vez que teníamos todo un día por delante para estar juntos.
La sorpresa fue tener más amigos-internos dispuestos a estar con nosotros de los que habíamos previsto, pero allí estaban 11 valientes dispuestos a acompañarnos, y los que veníamos de fuera, éramos cuatro. En total un buen grupo.
Empezamos haciendo una relajación con música, meditamos después 40 minutos, para pasar a hacer un intercambio contestando a la pregunta: ¿Qué pasa cuando no puedes conseguir lo que quieres?.
De allí salieron respuestas tales como, de arriba a abajo son las que más se repitieron:
- son los que nos rodean los que mejor saben cómo reaccionamos cuando las cosas no salen como queremos (padres, ex/esposas, hijos, compañeros de chabolo...)
- es sobre estas personas sobre las que se suele descargar la frustración y rabia una y otra vez.
- me culpo, me deprimo, me juzgo a mi mismo.
- es la razón por la que recurro a las drogas.
- hago deporte para relajarme.
- acepto que es algo que no quiero tener.
- tengo ganas de luchar
- bebo alcohol.
- Si quiero algo intensamente lo consigo, sé cuales son mis metas.
- ................
Después del intercambio que fue muy interesante, vino una presentación de la Enseñanza Budista de los 6 Mundos que podemos encontrar dentro de la “Rueda de la Vida”, para pasar a dividirnos en dos grupos para preparar alguna dramatización sobre alguno de los 6 Mundos y comentar cualquier cuestión sobre la presentación.
Luego vino la comida, en el patio donde está la piscina, solo nosotros......fue chocante para casi todos ellos ver que toda la comida era vegetariana, aunque fue un éxito si atendemos a lo poco que sobró, y ¡como no! las alabanzas más fuertes se las llevó el tiramisú que llevamos de postre. Fue el momento más difícil del día el que vino después, el sopor después de una comida al aire libre, sin café y con el calor típico de la hora de la siesta en verano.......pero lo superamos con conversaciones, baños de algunos de ellos, silencios por parte de otros, paseos.......interés por seguir al fin y al cabo.
Y ¡premio!, al volver teníamos el salón de actos para nosotros, que es grande, tiene aire acondicionado y donde es más agradable hacer actividades.
Hicimos una meditación andando para acabar de vencer las ganas de siesta y arrancar la tarde, luego las dramatizaciones de alguno de los 6 Mundos que fueron muy intensas a nivel emocional ya que se representaron situaciones de sufrimiento muy típicas dentro de la prisión y que tenían mucho que ver con la Rueda de la Vida. Creo que algunas de las cosas que en esos momentos se vivieron no las olvidaré mientras viva, pues creo que se logró una perfecta integración entre la enseñanza budista de los 6 Mundos y la vida cotidiana dentro de la prisión, y por ello las representaciones fueron tan vívidas, tan reales.
Era duka en acción, duka cotidiano, duka universal, el que existe en la prisión y fuera de ella, pero que tal vez por estar ellos privados de libertad se vive con más intensidad.
Luego vino una pequeña charla sobre el “Mundo Humano” en concreto, tal vez porque es en el que estamos y porque es el que nos permite desarrollarnos espiritualmente, el que nos permite intentar ser de verdad humanos a través de nuestro esfuerzo.
Y terminamos el día con una meditación final y cantando mantras.
Muchas cosas se me quedaron marcadas en el corazón, algunas de ellas son:
-el interés y la entrega que demostraron durante todo el día. No decayó ni en la hora de la siesta.
- recuerdo que las funcionarias de una de las puertas nos dijeron al inicio del día: Ánimo porque tenéis a varios de ellos que son buenos elementos, ¡ a ver si lográis relajarlos!. No se si lo logramos, tal vez no sea ese el objetivo que buscamos, pero a veces me gustaría grabar los ratos en que estamos con ellos para que lo pudieran ver los funcionarios, tal vez no reconocerían a esas personas tan exaltadas, tal vez no se reconocerían ni ellos mismos (los internos) cuando están con nosotros, cuando meditan y salen un poco de ese mundo aparte o lo viven de otro modo. Se me ocurre y seguramente no seré original por ello que quizás estaría bien hacer meditación con los funcionarios, tal vez sea un próximo paso dentro de nuestro trabajo en la prisión.
- uno de los reclusos dijo que para él el día era como si hubiera salido de la prisión, como haber estado fuera, como si no hubiera estado allí dentro. Se le había olvidado que estaba allí dentro. Hermosas palabras por lo que significan viniendo de alguien que está privado de libertad, a veces pienso cómo es posible que dando tan poco se pueda hacer tanto bien.
Termino ya este escrito que no pretende más que resumir a mi modo lo que allí se vivió ese 24 de junio. Me gustaría decir únicamente que al final del día y tal y como dijo alguno de los amigos que se quedaron allí dentro, creo que el sentir general de los que nos íbamos hacia la libertad es que estábamos muy cansados, había sido un día muy intenso, para mí pasó muy rápido y ni cuenta me di de que pasaban las horas, lo que me indica que estuve tan centrado en estar allí presente con el grupo que se me olvidó la hora y cuando terminamos fui de nuevo consciente del tiempo, y del cansancio que me vino todo de golpe, que se unió a la satisfacción por el trabajo bien hecho colectivamente, lo cual compensaba todo agotamiento. Todavía no entiendo bien las razones personales que me llevan a querer ir a la prisión a enseñar meditación y dharma, pero lo que sí se es que me siento bien oyendo que para algunos es como estar fuera de la prisión, como estar en libertad, porque para mi eso es el dharma, libertad dentro de esta gran prisión que es la vida, aprender a ser más y más libre. Y tal vez es eso lo que me lleva a querer ir a la prisión a meditar, intentar transmitir el dharma como la más completa carta de libertad que he encontrado.
Que así sea para el bien de todos los seres.
Samudra