Para muchas personas los efectos más obvios de la práctica budista son más calma, calidez, positividad y consciencia, junto con un sentimiento creciente de plenitud y satisfacción. Pero por muy deseables que sean estas cualidades, no son tratadas como fines en si mismas. Estas cualidades son deseables, pero no son permanentes. Incluso el ser humano más sano puede ser afectado por el cambio. Para realizar progresos que las circunstancias no afecten, para superar las dificultades, la enfermedad, incluso la vejez y la muerte, tenemos que convertirnos en algo más que seres humanos sanos. La salud mental es una meta valiosa, hasta cierto punto. Más allá de ese punto, la percatación, la percatación de la verdadera naturaleza de la realidad, es la punta de lanza del crecimiento espiritual.
Las prácticas de meditación vipassana son técnicas que se utilizan en el budismo para incentivar la percatación. Existe un gran número de estas prácticas, probablemente la mayoría de las cuatrocientas y algo técnicas de meditación en la tradición budista caben en esta categoría. No sería muy útil describir alguna de estas prácticas, pero la mayoría tienen algunas características en común.
El inicio básico de todas las técnicas vipassana es establecer un estado meditativo profundo y firme al utilizar alguna práctica samatha. Una vez que el meditador se encuentra en este estado meditativo, puede entonces permitir que su atención permanezca en una representación simbólica de algún aspecto último de la realidad, puede tratarse de una declaración en palabras o puede tratarse de una imagen visual. Esta representación simbólica puede entonces permear la consciencia agudizada y purificada del meditador, de manera que empiece a provocar una genuina percatación de la verdad que representa. El meditador, ya que esta en un estado meditativo firme, puede, de manera alternativa, concentrarse en la naturaleza de la mente misma, o puede tomar una intensa consciencia de su experiencia minuto a minuto con el objetivo de alcanzar una percatación directa de la naturaleza de la realidad que se experimenta.
En la tradición Triratna, todas nuestras prácticas de meditación tienen un componente samatha y vipassana. Habitualmente tras un práctica específicamente de samatha con el seguimiento de la respiración, podemos dedicar un tiempo a permanecer "solo sentades" para cultivar el momento vipassana de la meditación.
Ya hemos dicho que ese tipo de percatación no significa comprensión intelectual. No está de más insistir en este punto. Nuestra mente racional solo es una pequeña parte de nuestra psique. Un simple entendimiento intelectual de algún tipo sobre el mundo o sobre nosotros mismos puede aparecer como una revelación, pero no hace mucho para que cambiemos nuestro comportamiento o modifiquemos nuestra perspectiva. La percatación genuina permea y altera, todo nuestro ser. Para experimentar una verdadera percatación necesitamos estar en un estado especial, un estado más elevado del ser. Por eso necesitamos el fundamento firme de la ética y de la meditación samatha antes de que la meditación de la percatación pueda ser efectiva. De ahí que no nos podemos iluminar al leer libros, estudiar o filosofar, aún cuando todas estas actividades son muy valiosas.
El objetivo final de la meditación vipassana es permitir que la percatación se acumule y madure hasta el punto en que ocasione lo que se conoce como 'un giro en el asiento más profundo de la consciencia'. Cuando esto ocurre no hay vuelta atrás, ocurre un cambio tan profundo y fundamental que no hay posibilidad de volver a la antigua, estrecha y egoísta perspectiva. A partir de este punto todo nuestro ser fluye hacia la Iluminación y la única forma de seguir es hacia delante.