Modgalyayana

ModgalyayanaEl carácter de Modgalyayana
Modgalyayana fue conocido como el más sobresaliente de los discípulos en cuanto al desarrollo de poderes psiquicos. Estaba muy comprometido con la meditación y con la vida de la mente pero no se limitó a la introspección solitaria. Con mucho gusto compartió su comprensión dhármica con los demás y asumió diversos y muy valiosos servicios para el Buda y la sangha.

Durante varias generaciones, en su familia hubo maestros brahmines al servicio de las familias nobles. Disfrutaban de riquezas y de una clase social elevada, de manera que cuando su querido hijo (que ya había adquirido gran renombre en la localidad por sus destacadas habilidades) decidió adoptar la vida errante se opusieron con obstinado orgullo. Tenían muchas expectativas puestas en el joven Modgalyayana pero, sabedores de su enorme fuerza de voluntad y su peculiar profundidad de pensamiento, comprendieron que con toda seguridad habría considerado muy bien el asunto y sería muy poco probable que revocara su decisión. Con mucho pesar le concedieron permiso y Modgalyayana se fue junto con Sariputra.

La dicha de la meditación solitaria
Después de unirse a la sangha, Modgalyayana dejó el Bosque de Bambú por un tiempo y se marchó a morar cerca de ahí, en el Pico del Buitre. Entonces, encontró una cueva y en ella se quedó a meditar. Los versos que se le adjudican en el Theragatha empiezan con su canto en alabanza a la meditación solitaria:

Mientras vivimos en el bosque, subsistiendo con limosnas, contentándonos con lo que sea que caiga en nuestros cuencos de mendicantes, venzamos al ejército de la muerte, guardando una buena concentración interior.

Mientras vivamos en el bosque, subsistiendo con limosnas, contentándonos con lo que sea que caiga en nuestros cuencos de mendicantes, derrotemos al ejército de la muerte, como un elefante derriba una cabaña hecha de juncos.

Viviendo al pie de un árbol, perseverando, contentándonos con lo que sea que caiga en nuestros cuencos de mendicantes, venzamos al ejército de la muerte, guardando una buena concentración interior.

Viviendo al pie de un árbol, perseverando, contentándonos con lo que sea que caiga en nuestros cuencos de mendicantes, derrotemos al ejército de la muerte, como un elefante derriba una cabaña hecha de juncos. (Theragatha 1146-1149, de la traducción de K. R. Norman, The Eders Verses I, Pali Text Society, Oxford, 1990, p. 106).

Relación muy especial entre el Buda y Modgalyayana
Desarrollando una gran disciplina, Modgalyayana alcanzó por fin el samadhi en el que no ocurre ni el pensamiento ni la percepción. Durante este período, siempre que lo invadía algún desánimo, el mismo Shakyamuni se le aparecía en una visión y lo alentaba a perseverar. Cuando sus esfuerzos lo llevaron finalmente a la completa iluminación declaró, “alcancé la iluminación gracias a la enseñanza y el estímulo de mi maestro. Por lo tanto, he nacido de mi maestro”. A partir de entonces podía establecer comunicación con el Buda sin importar la distancia que hubiera entre ambos. En una ocasión, cuando el Buda fue a la Alameda de Jeta, en Saravasti y Sariputra y Modgalyayana permanecían en el Bosque de Bambú, en Rajagraha, Modgalyayana miró a su amigo y le refirió una conversación que acababa de sostener con el Buda.

“¿Pero cómo que acabas de hablar con él, si el Bendito partió hace días hacia un sitio muy lejos de aquí, más allá de muchas montañas y ríos?”, preguntó Sariputra. “No fue que yo me transportara milagrosamente para estar con él”, respondió Modgalyayana, “ni que él se acercara a mí pero, de algún modo, a través de sentidos sobrenaturales hablé con él y me contestó, diciéndome que tenía que ser diligente”.

“Debes merecer el respeto de todos cuantos siguen el Dharma”, le dijo Sariputra. “Debemos permanecer cerca de ti y esforzarnos por llegar a ser como tú, así como una piedra pequeña se asemeja a las grandes montañas del Himalaya que están junto a ella”.

Modgalyayana y Sariputra, digno ejemplo de la amistad espiritual
Por su parte, Modgalyayana solía alabar a Sariputra. “Tus enseñanzas son como alimentos para el que tiene hambre y como agua para el que tiene sed”, le dijo una vez, después de que su amigo había dado unas enseñanzas acerca de los cuatro caminos a la liberación.

El mismo Shakyamuni ensalzaba con frecuencia a los dos amigos.
Bhikkhus, cultiven una amistad como la de Sariputta y Moggallana, acérquense a ellos. Ambos son sabios y solícitos con sus compañeros en la vida noble. Sariputta es como una madre, Moggallana es como una nodriza. Sariputta entrena a las personas para que alcancen el fruto de la entrada a la corriente. Moggallana los prepara para la meta suprema. (Majjhima-Nikaya iii.248 en The Middle Length Discourses of the Buddha, p. 1097).

Sariputra normalmente llevaba a los principiantes al punto de entrada a la corriente. Entonces los “entregaba” a Modgalyayana, quien los entrenaba para que alcanzaran el estado de arahats.

Sus cualidades lo ponen en peligro
Modgalyayana siempre puso sus poderes paranormales al servicio del Dharma. Visitó varios devalokas para llevar la enseñanza y, en ocasiones, el Buda se sirvió de sus peculiares dones. Una vez que el Buda estaba habitando en el piso superior de una vivienda en Saravasti y varios monjes hablaban despreocupadamente y en voz alta en el piso de abajo le pidió a Modgalyayana que cimbrara la vivienda con el dedo gordo del pie para hacer que se callaran.

Otra cosa que caracterizó a Modgalyayana es que siempre fue muy sincero y, mientras que proclamaba el budadharma, exponía sin temor las opiniones erróneas en cualquier sitio que se encontrara con ellas. Esto le valió la enemistad de los seguidores de los maestros que rivalizaban con el Buda y, sobre todo, de un grupo de ascetas desnudos que pensaban que él se había ganado a sus seguidores contándoles historias de sus viajes celestiales, en los cuales, al parecer, relataba que había visto a los seguidores del Buda gozando del renacimiento en los reinos divinos, mientras que los seguidores de otras sectas, debido a la falta de una conducta moral, sufrían en unos miserables reinos infrahumanos. De tal modo, decidieron eliminarlo.

Un extraño final
Entre aquellos seguidores rivales reunieron mil monedas de oro y se las ofrecieron a una banda de asesinos a cambio de la vida de Modgalyayana. Gracias a sus poderes psíquicos, éste evadió a los matones durante siete días. Cuando los veía venir se escabullía por el ojo de la cerradura de su cabaña o se escapaba por el techo. Aunque no tenía miedo de morir tampoco quería que ellos sufrieran las consecuencias kármicas del crimen que trataban de llevar a cabo, pero como los sicarios eran ambiciosos y persistentes y, un día, debido a que un karma de una vida pasada de Modgalyayana había madurado, sus poderes psíquicos lo abandonaron repentinamente. Los asesinos entraron a su cabaña y “machacaron sus huesos hasta dejarlos tan finos como si fueran granos de arroz”. (vv.137-140, citado en Great Disciples of the Buddha, p.103).

Considerando que ya estaba muerto corrieron a reclamar su pago, pero no contaban con los formidables poderes psíquicos de Modgalyayana, que ahora retornaban. Con el poder de su meditación voló por el aire y llegó con el Buda. Ahí le anunció que había llegado su hora de morir. El Buda le pidió que diera un último discurso a los monjes congregados y él accedió, junto con todo un despliegue de maravillas. Luego regresó a su morada y se fundió en el nirvana.

Fuente: Teachers of Enlightenment, Kulananda, Windhorse Publications.