La escuela Shakya

El término shakya no tiene nada que ver con la palabra shakya, el nombre de la tribu a la que perteneció Siddhartha Gotama -el futuro Buda-. En tibetano, shakya significa “tierra amarillenta” y se refiere a un terreno en barbecho o sin arar y es ése el nombre del principal monasterio de esta escuela, situado en un lugar conocido como “región de la tierra amarillenta”. Esta escuela fue fundada en el año 1073 por el gran maestro Drokmi, que estudió en la India durante muchos años con diversos maestros espirituales. Sin embargo, generalmente se considera a Konchok Gyelpo, discípulo de Drokmi, como fundador de esta escuela. Konchok Gyelpo no fue monje sino laico. Aunque en un inicio los cabezas de la escuela shakya estaban casados, después adquirieron la costumbre de vivir como monjes y, por lo regular, les sucede en el puesto un sobrino que también era monje, de modo que cuando la cabeza de la escuela shakya muere, ocupa su cargo el hijo de su hermano o hermana y a su muerte le sucede su propio sobrino, nieto de su predecesor. De ese modo la sucesión avanza y retrocede entre dos ramas familiares colaterales.

Buton, un notable erudito

Los shakyapas se distinguen, en especial, por su erudicción. Su representante más destacado y quizás el mayor erudito tibetano fue el famoso Buton, que vivió en el siglo XIV. Fue él quien se encargó de la recopilación del Kangyur y del Tangyur y el conjunto de textos budistas que conforman estas dos grandes ediciones está aceptada por todas las escuelas de budismo tibetano como la colección oficial autorizada. Escribió también una importante historia de las enseñanzas del Buda en la que se explica tanto el budismo de la India como el del Tíbet.

Otro gran historiador, Taranatha, perteneció a una rama de la tradición shakya.

Kublai Khan quiso que la escuela shakya fuera obligatoria

Hay una estrecha relación entre los shakyapas y los mongoles. Fueron los shakyapas quienes convirtieron este pueblo guerrero al budismo. Como muestra de agradecimiento por las enseñanzas que habían recibido, los mongoles apoyaron políticamente a los shakyapas, a tal punto que el supremo abad de la escuela shakya gobernó prácticamente todo el Tíbet durante un período de 80 años, etapa que se extiende desde la segunda mitad del siglo XIII hasta la primera mitad del XIV. Podría decirse que fueron ellos quienes prepararon el terreno para el posterior gobierno de los Dalai Lamas.

Acerca de ello se cuenta una interesante historia sobre Pakpa, quien consolidó el poder político de los shakyapas en el Tíbet durante el siglo XIII. Este célebre líder shakyapa fue el guru del aun más famoso Kublai Khan, que en aquella época gobernaba no sólo China sino también toda el Asia Central e, incluso, algunas partes de Occidente. Al parecer, Kublai Khan se sentía muy agradecido por las instrucciones espirituales y la inspiración que Pakpa le había dado.

Era un gran devoto de la escuela shakya, así que un día le dijo a Pakpa que pronunciaría una ley que obligara a los tibetanos a abandonar las otras tradiciones para seguir sólo las enseñanzas de la escuela shakya. Tal era el entusiasmo de Kublai Khan. Habrá quien suponga que Pakpa se llenó de alegría por esta idea de Kublai Khan, quien además proponía castigar a los que se opusieran a ello, pero Pakpa no estuvo de acuerdo. Al contrario, disuadió a Kublai Khan de redactar semejante ley.

“Eso no estaría en conformidad con el Dharma del Buda”, dijo el maestro tibetano.

Los demás budistas del Tíbet, que practicaban en otras escuelas, debían gozar de libertad para seguir la tradición que quisieran. No debe haber ninguna coacción, ningún acto de fuerza. Así terminó por comprenderlo Kublai Khan. La libertad y la tolerancia son el espíritu y la actitud que animan al budismo en general. Entre los practicantes, cada persona siente una sincera devoción por su propia escuela de práctica y por sus maestros, cree en ellos y los sigue con entusiasmo. Sin embargo, al mismo tiempo, respeta las demás tradiciones.