[La felicidad del rey Bhaddiya. La vida del rey y del monje. El hombre es superior a los dioses ]
Así he oído. En un momento, el Bhagavant se estaba quedando en Anupiya en el bosque da Mangos. En ese momento, el Venerable Bhaddiya, el hijo de Kaligodha, al adentrarse en el bosque al pie de un árbol o en un lugar solitario, constantemente decía: "¡Ah, qué felicidad! ¡Ah, qué felicidad!"
Varios monjes escucharon al Venerable Bhaddiya... pronunciar constantemente: "¡Ah, qué felicidad! ¡Ah, qué felicidad!" y les vino el pensamiento: "Sin duda, amigo, el Venerable Bhaddiya, el hijo de Kaligodha, está insatisfecho con llevar una vida santa, ya que anteriormente, cuando era cabeza de familia, disfrutaba de la felicidad de la realeza. Y al recordar eso, al entrar en el bosque... exclama: '¡Ah, qué felicidad! ¡Ah, qué felicidad!'" Luego, varios bhikkhus se acercaron al Bhagavant, se postraron, se sentaron a un lado y le informaron esto al Bhagavant.
Entonces el Bhagavant se dirigió a cierto bhikkhu: "Ven, bhikkhu, en mi nombre dile al bhikkhu Bhaddiya, 'El Maestro te llama, amigo Bhaddiya'".
"Muy bien, reverenciado Señor", respondió el bhikkhu y, acercándose al Venerable Bhaddiya, el hijo de Kaligodha, dijo: "El Maestro te llama, amigo Bhaddiya". "Muy bien, amigo", respondió el Venerable Bhaddiya, y acercándose al Bhagavant se postró y se sentó a un lado. Entonces el Bhagavant le dijo: "¿Es verdad, Bhaddiya, que al ir al bosque... dices: '¡Ah, qué felicidad! ¡Ah, qué felicidad!'?"
"Sí, venerable Señor".
"Pero, Bhaddiya, ¿qué ves que te impulsa a hacerlo?"
"Anteriormente, reverenciado Señor, cuando yo era un laico y ejercía el poder real, dentro y fuera de mis aposentos interiores tenía bien distribuidos guardias; dentro y fuera de la ciudad tenía bien distribuidos guardias; dentro y fuera de mis dominios tenía bien distribuidos guardias. Pero, reverenciado Señor , aunque así estuve guardado y protegido, viví temeroso, agitado, desconfiado y con miedo, pero ahora, venerable Señor, al ir solo al bosque, al pie de un árbol o a un lugar vacío, soy intrépido, no agitado. , confiado y sin miedo. Vivo despreocupado, imperturbable, mis necesidades satisfechas, con una mente como la de un ciervo. Al ver esto, reverenciado Señor, me incita, al ir al bosque... a decir constantemente: '¡Ah, qué felicidad! ! ¡Ah, qué felicidad!'"
Entonces, al darse cuenta de su significado, el Bhagavant pronunció en esa ocasión esta expresión inspirada:
En quien no existen cólera,
y está más allá de ser esto o aquello,
Libre de miedo, feliz y sin dolor,
Los dioses no son capaces de verlo.