Acabo de tomar unos días de descanso y he viajado a Granada para encontrarme en la Alpujarra con una buena amiga, hace años que no nos vemos ya que ahora ella vive al otro lado del charco
Nos conocimos hace más o menos 24 años y desde entonces hemos mantenido una buena relación y nuestros vínculos han sido cada vez más significativos, aunque por la distancia no podemos vernos mucho. Ha sido una alegría pasar unos días con ella,el viaje a las alpujarras es muy largo y el tiempo libre disponible poco, pero sin duda ha valido la pena.
Quiero compartir con quien me lea, un poco de mi historia: Ana fue la primera persona a la que oí hablar de budismo, había hecho un viaje a India y asistido a una especie de festival en donde había representantes de las diversas tradiciones religiosas de la India y ahí había contactado con el Budismo.
A su regreso, un buen día charlando, me comentaba que le había impresionado el budismo, de todo lo visto en aquel festival era el budismo lo único que le había interesado y al parecer mucho. Recuerdo que escuché aquello con indiferencia intelectual, no me interesaban ni religiones y orientalismo, pero por alguna razón que desconocía dejó una huella en mí y de vez en cuando volvía a mi mente "budismo, budismo" sin que supiera que podría significa en realidad.
Algún tiempo después por otras razones volví a pensar en budismo: yo había concluido una terapia personal en donde había trabajado profundamente con mis dolores, mis recuerdos y mis desajustes emocionales y psicológicos; me sentía muy bien, bastante equilibrada y contenta y surgió una pregunta ¿Cuánto tiempo podré mantener este estado de equilibrio, tranquilidad y claridad? Algo me decía que tarde o temprano podría perderlo y que necesitaba encontrar una herramienta para no sólo mantenerlo sino profundizar. Pero de ningún
modo deseaba seguir en terapia el resto de mi vida, sentía que aquello era una etapa más o menos concluida ¿Qué hacer?
Y de nuevo surgió el budismo; alguien me habló de meditación como una herramienta para mantener y desarrollar estados mentales positivos y claros, así que decidí buscar. Corría el año 1989, otra amiga, Lola, que sabia de mis inquietudes, me pasó la cartelera Turia (una revista de cine y otras actividades) en donde venia un pequeño anuncio "curso de introducción a la meditación. Centro Budista de Valencia", recordé la impresión causada en mi por la conversación con Ana sobre budismo.
Aunque tenía dudas decidí asistir al curso, me sentía muy tímida, no sabía nada de esas historias y temía encontrarme con un grupito de personas muy esotérico y orientalistas, perspectiva que no me apetecía mucho, aun así decidí asistir, no sin antes conseguir que mi hermana Maribel me acompañara
Paralelamente mi amiga Ana que vivía en alpujarra había conectado con un grupo de budistas tibetanos y su interés se había despertado de nuevo. Fue muy bonito cuando hablando nos dimos cuenta que ambas estábamos despertando a inquietudes similares y encontrando respuestas similares, es decir, estábamos mirando hacia el budismo como filosofía de vida. Además teníamos planes en común, habíamos ahorrado un poco de dinero e íbamos a hacer un viajecito para después comenzar con un pequeño "negocio" en la alpujarra.
Mi aterrizaje en el CBV fue muy afortunado, ningunas de mis preocupaciones tuvo caso, no eran orientalistas, ni especialmente esotéricos, ni muy redichos. Encontré un ambiente muy sencillo, al curso acudieron tal vez cuatro o cinco personas, por aquel entonces el budismo era aun una cosa bien rara, los miembros de la orden que dirigían el curso eran amables y simpáticos, me sentí especialmente cómoda y relajada, el sentimiento mas fuerte que tuve fue que nadie esperaba que supiera, hiciera o dijera algo en particular, o que fuera de alguna manera en particular y aunque éramos todos muy diferentes, de distintos países, edades, y talantes parecía que al llegar ahí todos encajábamos perfectamente y sin forzar nada. Esa fue mi impresión más fuerte.
Seguía con mis planes de viajar unos meses y mudarme después a las Alpujarra para vivir y trabajar. Pero poco a poco el AOBO fue siendo mas importante en mi vida, quería forma parte de ese proyecto, recuerdo una conversación que tuve con un chico llamado entonces Terry que era Ingles y mitra y que estaba aquí en Valencia ayudando a Moksananda con sus planes de montar un centro budista del AOBO; Terry esperaba ordenarse. El me contaba su ilusión de que algún día hubiera un centro budista grande y bonito, entonces el centro budista estaba en el mismo piso en donde ellos vivían, es decir era una pequeña habitación.
Terry veía un centro muy bonito y también muchas cosas creciendo alrededor del mismo, quizás, decía, un pequeño café como negocio de subsistencia ética, un grupo de personas con diversos niveles de involucramiento entorno al proyecto, veía creciendo una sangha no solamente en Valencia sino también en España. Conforme Terry hablaba yo fui haciendo aquel proyecto parte de mi imaginario y me gustó mucho la idea de hacer eso con mi tiempo y mi vida, empezaba a no querer marcharme.
Entonces pasaron algunas cosas que me determinaron a cambiar mis planes, usaría el dinero ahorrado para completar mi formación de masajista y me quedaría en Valencia, me haría mitra, practicaría seriamente el dharma y ayudaría como pudiera a hacer realidad aquella visión que para entonces era ya parte de mi vida.
Ana partió sin mí a aquel viaje y sus vínculos con el budismo se consolidaron, posterior mente vivió en India varios años y se ordeno monja un poco después de que yo me ordenara dharmacharini. Siempre he sentido nuestro proceso como caminos unidos, vinculados, paralelos; nuestras cartas a lo largo de los años hablan de nuestro obstáculos, de los pequeños pasos dados hacia delante, a veces de nuestras dudas, otras veces de algunos vislumbres trasformadores, en ocasiones hemos rivalizado -haber cual de las dos escuelas, la suya o la mía, era la mejor- aunque en estos casos acabábamos dándonos cuenta y riéndonos.
Una amistad que quiero celebrar, siento que nuestra relación nos ayudó mutuamente a acercarnos y comprender el dharma y el dharma bendijo nuestra amistad que a lo largo de los años ha permanecido profunda y sincera a la vez que somos independientes y tenemos vidas un poco separadas por el espacio.
Estos días han transcurrido como si no hiciera cuatro años que no nos vemos, han sido muy animados y la comunicación y la intimidad han sido profundas y sencillas, tantas cosas que contarnos y ciertamente teniendo el dharma en común parece como si toda la vida estuviera en común. Mientras charlamos me doy cuenta también de que las dificultades son las mismas en todas las sanghas, dificultades humanas ciertamente, las formas de ir más allá de las dificultades también muy parecidas y el regocijo de practicar el dharma idéntico.
He revivido cosas hermosas: Terry se ordenó y volvió a vivir a Inglaterra, ahora se llama Suryaprava, Ana se ordenó monja y ahora se llama Tubten y luego cambió india por EEUU, yo me ordené Dharmacharini. El centro budista de valencia cambio de lugar varias veces, hace unos años tome la tarea de dirigir el AOBO Valencia y hace poco encontramos un nuevo lugar muy hermosos, con un pequeño café, unos jardincillos interiores y bonitas aulas de meditación, el numero de personas que se interesan y apoyan sus vidas en el dharma a aumentado considerablemente, nuestro movimiento está también creciendo en Barcelona.
En definitiva me alegro de haber escuchado en aquella lejana conversación el interés de Ana por el budismo, de haber escuchado a Lola y acudir a aquel cursillo anunciado en la Turia, de haber escuchado a Terry y contagiarme con su visión, de haber cambiando mis planes, quedarme en Valencia y ahora ser dharmacharini Sadhakara, de dedicar mi vida al dharma y al AOBO, de haber tomado estas mini vacaciones para pasar tiempo con mí querida Tubten tan ligada a mi corazón por todo esto y más.
Al compartir un poquito de mi historia de amistad y dharma deseo sobre todo que el Dharma abra vuestras vidas y vuestros corazones como siento que a mi me pasa.
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