Una disculpa
Vivimos en la era de las disculpas.
Aquí os propongo una mucho más significativa
que la mayor parte de las que se hacen hoy en día.
La humanidad tiene pendiente una honda disculpa
con las aves, por haber contaminado el aire en el que vuelan,
con el mono y el tigre, por haber destruido los bosques en los que viven,
con el ciervo y el bisonte, por cazarlos sin piedad hasta casi su extinción,
con los ríos y arroyos, por envenenarlos con productos químicos,
con la propia Tierra, por saquear codiciosamente sus riquezas de oro y plata,
con los océanos, por sacrificar a la mayoría de sus hijos, como a la ballena, "con fines científicos",
con las cumbres de las montañas, por profanar sus nieves vírgenes con nuestra basura,
con la Luna, por invadir irrespetuosamente su espacio sagrado,
con las estrellas, por oscurecer su brillo con el humo de nuestras ciudades,
con el Sol, por no reconocer con gratitud nuestra dependencia de su generosidad,
con los verdaderamente grandes hombres y mujeres del pasado,
por no honrar su memoria como deberíamos y por no seguir sus pasos.
Julio de 2009
(Gracias a la traducción de Ramón)