La Ordenación de Jayanti

Jayanti habla de su experiencia de la ordenación

Toscana es un lugar mítico de gran belleza. 'Il Convento' un curioso edificio monacal decorado por un inglés de gusto decadente, que organiza reducidos festivales de ópera con derecho a lecho. Me encontré vivos por los pasillos a muchos de los hermanos que estuvieron allí previamente, incluido Bhante.

Del retiro de Ordenación una de las cosas más hermosas es el retiro. Aceptar adentrarse en él por manos experimentadas es dejarse llevar a conocerse en el ideal, en lo mejor de sí mismo. Entrar en el mándala. No creo que sea sólo para ordenantes sino que valdría la pena sumergirse en él cada equis años.

jayanati en su ceremonia de ordenacionLa atmósfera es de calma, confesión, generosidad y ternura. Realmente acabas apreciando a todos, incluso a quienes entiendes peor en su actuar. Es un poco inglesa y femenina, en lo bueno y en lo malo: se idolatra el reloj y hay reglas hasta para hacer postraciones y, si te despistas, te mueres de hambre por desconocer el truco del resopón post-puya. Por otra parte, es posible el silencio y se responde con sosiego a los imprevistos. Y todo esta muy limpio, aunque con bichos: se limpia sin quitar las abundantísimas telarañas y esquivando las hormigas. Tampoco se lavan las sábanas al final: se doblan usadas del último día para los siguientes. Por eso huelen un poco.

Mi tarea favorita era podar setos (cipreses de 5 m de alto sobre una impresionante escaleta), a veces bajo la lluvia, recoger perlas negras de los olivos para extraer aceite, y encontrar recodos en el bosquecillo donde no hacer nada. Acabe apuntándome al top-less de la siesta, sin protector solar ni gafas, ante un dulce sol otoñal.

Jayanti con su preceptora Maitreyi La Ordenación privada es indescriptible. Me tocó una especie de zulo de acceso incómodo: una cámara mágica en su energía adorable llena de pinturas de Budas y Bodisatvas Pasé muchas horas allí. Muy importantes horas de mi vida. El ritual es simple. A mi me llevó a una realidad muy poco 'mía', muy universal. La publica es más festiva pero también simbólica.

Tanto el equipo de Ordenación como el de apoyo fueron un gran ejemplo en todo momento. De experiancia, bondad y entrega absoluta. Y es de valor incalculable ese compartir día a día, en ese contexto tan noble y abierto del todo con tus preceptoras: crea un vínculo de amistad muy especial e imborrable. No tanto de contar la vida sino de honestidad y reconocimiento.

Vale la pena, en serio. Aunque el regreso sea, puhuufhfff, muy complicado, con muchas piezas por re-encajar, y requiere mucha humildad y paciencia.

¿Que es "La Ordenación"?

Hay cosas que suceden en la vida fuera del espacio y del tiempo. No se trata de nada extraordinario ni reservado a seres especiales, aunque sí necesita un poco del sentido de la magia que conduce la vida más allá del materialismo, incluso del yo. Quizás por eso, en ellas, se convierte en nada sorprendente lo insensato de un ritual en pleno siglo XXI y en lo más natural el percibir lo que no penetra por los sentidos.

Todos tenemos la experiencia de estar ‘enajenados’ No me refiero a un enloquecido descontrol, sino a esos momentos de absorción en la belleza que nos distancian de nuestra torpe mediocridad y nos muestran una dimensión, una capacidad de ser nosotros mismos, un poco mas luminosa, y más trascendental.

Si además somos budistas, si conocemos que la conciencia sigue un proceso ilimitado de desarrollo en su comprensión cuando ha conocido su ideal natural de la felicidad de todos los seres, entonces, no extraña nada verse repitiendo un ritual una y otra vez, escena tras escena, que, pese a sus diversas apariencias, repite inagotablemente el mismo voto. Y ni siquiera usa nuestra propia voz sino un mantra infinito en presencia de un arcano infinito en un lugar remoto. Y a la vez totalmente presente. Personal en el tiempo, y universal en su ausencia.

La Ordenación marca ese reencuentro entre el fuera del tiempo y el tiempo. Y ese reconocimiento de un compromiso realizado ni sabemos cuando pero que reconocemos.

Tiene algo de milagroso que se conjuren todos los elementos para que eso suceda. Hay que renacer al ser humano, hay que encontrar un sendero muy concreto, hace falta que alguien te lo haga ver en una forma inteligible –aunque sea en un libro- en un determinado lugar, idioma, ciudad, en un día concreto y adecuado. Hace falta seguir el juego de la magia que consiste en reconocer y que alguien te reconozca aquí y ahora como participante de ese tablero misterioso de otro plano. ¡Y muchas cosas más!
Por eso, cuando de pronto entiendes lo que está sucediendo, el asombro, la felicidad por esa suerte, la gratitud, la devoción y casi la risa de niño ante el mago, surgen de forma natural. No puede ser de otro modo.

El camino espiritual no acaba jamás. Considerar la Ordenación como un logro o una meta es una tontería. Con respecto al camino, es tan solo un pequeño respiro divertido: reconoces y eres reconocido. Y renaces en el juego como alguien que ha sido descubierto tras su apariencia y que hace el voto mágico que luego se hace público a la asamblea de los héroes. Y se le da una tarea en forma de nombre, un protector encarnado y uno arquetípico. El nombre te es dado por el protector encarnado, que es alguien que te ha visto ir desvelando el misterio, entrar y salir de él, pero ha sabido desde hace tiempo que estabas irremediablemente abocado ha hacer de él tu vida. Y, por circunstancias temporales de este instante efímero, que sea de tu sexo.

La decisión de llegar hasta allí, requiere un enorme talento y paciencia porque está lleno de trampas y espejismos. Y porque los monstruos creados por la duda, y el ego, y la estupidez, el miedo y el apego a las cosas que podemos controlar con los sentidos, no cesan de asaltarnos. Aunque al menos, y ese quizás sea el primer paso, podemos verlos como tales seres mágicos poniendo a prueba nuestra habilidad, en vez de cómo seres reales.

El camino está lleno de desafíos. Intentas mantener la confianza en ti mismo y demostrar tu autenticidad. Intentas desarrollar convicción, seguridad, conocimiento, sabiduría, experiencia, determinación, progreso, logros meditativos, fiabilidad, fe, amor, generosidad. Y luego, cuando a pesar de todo ello los obstáculos permanecen ahí, insensibles a tus denodados esfuerzos, empiezas a descubrir que todas esas cualidades gravitan sobre un codiciado llegar a ser. Y que no hay que llegar a ser nada. Solo ser.
Y entonces aparece lo que somos: seres de luz conscientes atravesando el tiempo, bajo unos determinados condicionantes temporales, por una noble búsqueda para el bien de todos.

El momento está guardado por seres engañosos.. Intentas llegar valientemente a un mundo resplandeciente, y no ves grandes maestros puros, ni príncipes, ni héroes; sino más bien, con excepciones, desorientadores antihéroes. Casi parece que descubres lo sublime solo, que han tenido poco que ver los mensajeros con tanta imperfección, fealdad y debilidades.
Como en los cuentos mágicos, la belleza se oculta en formas toscas, se hace imperceptible para la razón. Y surge la duda. Pero también provoca una intuición rara que sostiene firmes en la incertidumbre.
El secreto está en mirarse al espejo de la humildad y verse realmente. Y ver el ser vulgar que somos Y ver el héroe trascendental con igual claridad. Y ver en los demás el mismo truco… Y la vanidad del ego se disuelve. Y confiesa. Y perdona. La duda se disuelve. La belleza asoma y resplandece. Y junto al gran voto, se añade la lealtad a los benditos maestros y la armonía con los hermanos.

JayantiLa condición humana es singular. A veces somos capaces de ver a un tulku en un niño, de no ver al Buda en el Buda, de reconocernos mejor de lo que se nos reconoce, de engañarnos mucho sobre la percepción de nosotros mismos… El caso es que no suele coincidir siempre en el tiempo el acto de reconocer y ser reconocido y a veces es, temporalmente, doloroso. No hay que desesperar porque no hay ningún noble buscador falso en reconocer, competitivo, cruel ni tan torpe que no pueda ver la luz en cualquier ser humano, en cualquier otro buscador. Ni ningún noble buscador que no acabe encontrando la forma de expresar su condición de buscador entregado irremisiblemente… Solo es cuestión de calma.

Pero no es casual ni infructuosa ese tiempo de espera., de agudizar la mente, de jugar incluso al riesgo de morir sin haber realmente sido reconocido en esta corta vida. . A veces las pruebas más duras son para los más fuertes. Cuanto más esforzado es el camino más se aprende. Cuanto más largo y desolador, más lúcido. Cuanto más sufrimiento más gozo y más ternura después, más trabajo eterno hecho. Cada segundo cuenta ocurra lo que ocurra. Lo importante es vivirlo. O mejor aun llegar a disfrutarlo.

Pedir la Ordenación y aceptarla supone vencer el miedo declararse insensato abiertamente y vencer la duda sobre qué es real. Supone asomarse al no tiempo con una sonrisa. Supone experimentar el vínculo de reconocimiento y gratitud con todo ser sintiente, con el Buda, con el camino y con los hermanos que están, que pasaron antes por aquí y que vendrán después, Y supone dejar de ser sólo para siempre, aún desde la más profunda gruta.

Con todo afecto

Jayanti