Ir al refugio: el aspecto volitivo

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En una  serie de charlas impartidas en el Centro Budista de Cambridge a principios de 2016, Vessantara explora la idea de Sangharakshita de que, fundamentalmente, existe una sola experiencia espiritual, con diferentes aspectos que podemos desarrollar. Todas las charlas están interconectadas no solo por ideas, sino también por un hilo conductor de historias e imágenes relacionadas con el Océano Pacífico.

Orientación: el aspecto volitivo

En esta primera charla Vessantara emprendió un viaje fascinante, entrelazando una historia aparentemente inconexa sobre la navegación en el Pacífico con la práctica budista fundamental de tomar refugio en las Tres Joyas. Esta exploración inicial, ofrecida con su característica voz reflexiva y cautivadora, prometió una inmersión más profunda en este aspecto esencial de la vida budista durante las semanas siguientes.

La charla comenzó de forma inesperada en Australia, relatando el encuentro de Vessantara con un miembro de la orden en Sídney. Un simple viaje en ferry a través del puerto hasta Manly desató una reflexión sobre las extraordinarias habilidades de navegación del pueblo polinesio. El desdén inicial del Capitán Cook hacia el "buscador de olas" local, a pesar de la asombrosa capacidad del navegante para señalar su origen a través de vastas distancias sin instrumentos, puso de manifiesto una arrogancia occidental que persistió durante siglos.

Vessantara pintó una imagen vívida de estos individuos notables, elegidos a menudo en la infancia y sumergidos en los ritmos del océano desde sus primeros días. Su entrenamiento implicaba una conexión íntima con el mar, discerniendo múltiples corrientes, y un profundo conocimiento de las estrellas, el sol y la luna. Observaban el mundo natural – aves marinas y el sabor mismo del agua – construyendo una comprensión intuitiva de su ubicación y dirección. Esta conciencia constante e inquebrantable les permitía navegar miles de kilómetros hasta pequeñas islas, una hazaña de disciplina mental y sensibilidad que empequeñecía la dependencia de los instrumentos rudimentarios que a menudo se les atribuía. Su papel como "buscadores de olas" no era solo una habilidad; era una confianza sagrada, sus vidas dedicadas a la seguridad y la conexión de sus comunidades a través del vasto Pacífico.

Aunque la audiencia quizás no esperara una conferencia sobre la navegación polinesia, Vessantara hábilmente trazó un paralelo potente con el concepto budista de refugio. Así como estos isleños confiaban sus vidas a la sabiduría y la conciencia del buscador de olas en peligrosos viajes oceánicos, así también los budistas toman refugio en el Buda, el Dharma y la Sangha para navegar por las turbulentas aguas del Samsara, el ciclo del sufrimiento.

El propio Buda utilizó la poderosa analogía de una orilla peligrosa de un río y la balsa del Dharma para alcanzar las costas seguras de la liberación. Vessantara conectó conmovedoramente esta sabiduría ancestral con la realidad contemporánea de los refugiados que arriesgan sus vidas en embarcaciones precarias, buscando seguridad y la oportunidad de una vida plena. El Buda, sugirió, sin duda reconocería esta manifestación literal de sus enseñanzas y sentiría una inmensa compasión por su difícil situación.

Sin embargo, la compasión de Vessantara se extendió más allá de aquellos en peligro evidente. Recordó suavemente a la audiencia, aparentemente segura en el Reino Unido, que su seguridad también es temporal. Las realidades inevitables de la enfermedad, la vejez, la separación y la muerte proyectan una sombra sobre nuestras vidas aparentemente cómodas. Incluso en momentos de ocio, perdidos en el laberinto digital o las rutinas mundanas de la vida diaria, persiste un malestar profundo. Un anhelo por algo más, un anhelo por una verdadera comprensión, conexión y paz reside en todos nosotros.

Es en este contexto que los ejemplos del Buda y otros seres iluminados resuenan tan profundamente. Sus vidas demuestran la posibilidad de satisfacer estos anhelos profundos, de cruzar de la "orilla cercana" del Samsara a la "orilla lejana" del Nirvana – no como un destino geográfico, sino como una transformación del ser, un cambio en cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con el mundo. Este viaje es un viaje interior, un proceso de abrir nuestros corazones y mentes a la interconexión de toda la vida, trascendiendo la ilusión de un yo separado y aislado.

Inspirados por estos ejemplos, emprendemos nuestro propio viaje, fijando nuestros corazones en las cualidades del despertar, la sabiduría, el amor y la paz. El Dharma, con sus enseñanzas y prácticas, se convierte en nuestra estrella guía, nuestras herramientas de navegación. Y crucialmente, no viajamos solos. La Sangha, la comunidad de practicantes, proporciona apoyo esencial, compañía y guía, especialmente de aquellos que han vislumbrado el destino.

Tomar refugio, enfatizó Vessantara, no es meramente un compromiso inicial, sino la fuerza impulsora que nos sostiene a través de las inevitables tormentas y calmas del viaje. Esta motivación surge de reconocer nuestra precaria situación y, aún más poderosamente, de conectar con el profundo anhelo interior de liberación y las hermosas cualidades de la iluminación. La inspiración extraída de las vidas del Buda y otros practicantes actúa como una brújula vital, manteniéndonos en el rumbo.

Así como el buscador de olas polinesio mantenía la visión de la isla distante en su mente, guiando la embarcación a través de una conciencia constante, así también la visión de la liberación alimenta nuestro viaje espiritual. Cada paso, cada práctica, cada elección consciente nos acerca a esa isla de seguridad, comprensión y compasión.

Durante las semanas siguientes, Vessantara prometió profundizar en las "tres dimensiones" de este viaje interior: la visión de la verdadera naturaleza de la realidad, el florecimiento de la compasión altruista y la reorientación radical de la mente. Estos aspectos aparentemente distintos, sugirió, están todos entrelazados dentro del acto fundamental de tomar refugio, el hilo dorado que conecta cada etapa de nuestro viaje hacia convertirnos en el refugio mismo que buscamos.

La imagen del firme buscador de olas, manteniendo una conciencia inquebrantable en todas las condiciones, sirve como una metáfora potente para el practicante dedicado. Su profunda conexión con el mundo natural refleja la profunda comprensión del surgimiento dependiente que surge con la visión. Su responsabilidad por la seguridad de todos a bordo refleja la compasión ilimitada del Bodhisattva. Y su perspectiva radicalmente diferente, donde el destino viene al encuentro del barco inmóvil, hace eco de la transformación radical de la conciencia que marca el profundo despertar espiritual.

Finalmente, concluyó Vessantara, el viaje de tomar refugio, al igual que la travesía por el Pacífico, está guiado por una visión clara: la isla de la libertad. Al orientar diligentemente y consistentemente nuestras vidas hacia esta visión, apoyados por el Dharma y la Sangha, navegamos por el océano interior hasta llegar a nuestro verdadero hogar, convirtiéndonos nosotros mismos en faros de refugio. El viaje ha comenzado, y con la sabiduría de las enseñanzas como nuestra guía, estamos listos para navegar mucho más lejos.

Puedes escuchar esta charla en inglés aquí