Viaje al mandala 3º parte

 

Nos habíamos quedado en: Partiste de la tierra pura de Ratnasambhava,él te regalo un hermoso caballo y una canción, unmantra, que al cantarlo 108 veces satisfaría todos tus deseos, eso te dijo. Tu viaje sigue el curso del sol, al llegar a la frontera de la abundante tierra de Ratnasambhava algo te dice que pares, que pares un poco y reflexiones, han ocurrido muchas cosas y es mejor no precipitarte, siempre has ido muy deprisa y al final nunca has llegado muy lejos, quizás ahora sea mejor tomarte el tiempo necesario -parar y ver-.

Te detienes, es la media tarde, buscar un lugar tranquilo para sentarte: a tu espalda, como protegiéndote, hay un gran árbol, a tu derecha en la distancia una montaña altísima con sus cumbres ligeramente nevadas, a tu izquierda todavía hay manadas de caballos que van y vienen, pastan, trotan libres y algunos se acerca a ti con curiosidad. Por delante un inmenso paisaje dominado por los colores del atardecer, un paisaje muy relajante e intimo.

Ya sentada notas que el cuerpo, cansado del viaje, comienza a relajarse, respiras tranquila y un estado atento y gozoso comienza a tomarte. Entonces llega hasta tu mente todo lo vivido y una voz quizás de dentro o de cualquier otra parte, te pregunta ¿Que has aprendido?

 Recuerdas las tres pruebas y comprendes que has aprendido  primero que nada a ser responsable de tus actos. Ahora eres consciente de que tus acciones, tus pensamientos y tus palabras te van moldeando y afectan de una forma u otra el mundo y por lo tanto has decidido guiar tus actos, todos, bajo los criterios de la no violencia; sin reglas fijas pero con la claridad de que aquellas cosas, incluso pensamientos, cargados de enojo, egoísmo separador y ofuscación te hacen daño y son en realidad la causa ultima de tu sufrimiento y del sufrimiento del mundo.

Sin embargo aquellos pensamientos y actos impregnados de metta, generosidad, apertura y claridad mental te hacen mas libre y feliz y dejan en el mundo un rastro luminoso. Así que lo que has aprendido es a ser una persona éticamente responsable y aunque a veces puedes fallar tu compromiso es volver a ello una y otra vez.

También has aprendido que al comprometerte así algo en tu interior se libera y aunque solo sea hasta cierto punto puedes ver todo un potencial de energía gracias al cual podrás andar tu camino. Tomar responsabilidad te ayudo a confiar un poco mas en ti misma y de esa confianza surgió la capacidad de renovarte, de reinventarte y quemar los trastos viejos.

Entonces empezó verdaderamente este viaje y conociste a Aksobhya, el azul, que trató directamente con tu odio. ¡Ay! cuanto te costo aceptar las manchas de odio en tu corazón, te debatiste con ello de mil formas: "que no, que solo es frustración no odio" "Que no, que es que tengo la razón"... Aksobhya se mostró tan firme y tan claro, tan objetivo y sin que sepas aun bien cómo te enseño muchas cosas: la energía del enfado hay que guardarla para romper los obstáculos que te impide ser mas libre y luminosa. Que esa capacidad que el odio tiene "como de ver profundo" es mejor emplearla en ver profundo lo bueno y lo bello. Y que tus propósitos de transformación no puede quebrantarlos nadie, porque tienes toda la energía y determinación que hace falta tener y viste un enorme elefante que giro todo su cuerpo se encaro contigo y te miro fijamente. 

Cuando creías que para llegar a morar en el mandala era eso lo único que necesitas: claridad, determinación, objetividad y energía te encontraste con Ratnasambhava y te habló del disfrute, de la abundancia, de la capacidad de ver la profunda belleza de las cosas. Ratnasambhava llevaba una joya en sus manos y decía que podría concederte todos los deseos y mientras decía eso sonreía y te ofreció sentarte a comer unos dátiles. ¿Que tiene que ver la belleza y la abundancia con el camino de iluminación? Y te sentaste y comiste un dátiles dulcisimos y viste en un diminuto grano de arena todo el universo. Y supiste que el único deseo es morar en el mandala. Para el beneficio de todos los seres dijo una voz en la lejanía. Ratnasambhava te mando buscar al "El Verde" el viaje seguía.

Continuara...